Donald Trump acaba de terminar su primera semana como
presidente de los EEUU y ha acaparado los titulares de todos los medios
noticiosos locales e internacionales; pero no precisamente por su carisma o la
popularidad de sus medidas de gobierno, sino precisamente lo contrario, nunca
en la historia un presidente electo ha tenido tanto rechazo desde el primer día
que asumió el mando, las marchas anti Trump se convocan multitudinarias en los más
populosos estados de la unión.
Aun habiendo salido electo, pocos pensaban que una vez
sentado en la sala oval, se atreviera a cumplir todas as bravuconadas que
vociferaba durante su campaña.
Y es que se enfocó en atacar a los inmigrantes,
especialmente los mexicanos, acusándolos de socavar al oferta de trabajo para
los americanos, para lo que propone construir un muro (mucho más grande que le
de Berlín y más inmoral también) y además hacer que su construcción la paguen
los propios mexicanos, mediante un impuesto extraordinario a sus importaciones;
también propone eliminar los derechos adquiridos por la comunidad LGBT y extender
la prohibición de los abortos a todos los estados; quiere eliminar el llamado
Obamacare que es un seguro de salud incluyente para cubrir a los ciudadanos de
menores recursos, pero por ahora su más discutida acción ha sido la prohibición de ingreso al país de
todos los ciudadanos que provienen de siete países de medio oriente, todos
musulmanes, bajo el pretexto de la seguridad nacional.
Habiendo obtenido mayoría tanto en el senado como en la cámara
de representantes, se da el lujo de gobernar por decreto, tanto así que ha
desaforado de su cargo a la fiscal general porque se manifestó en contra de su
decreto que prohíbe la entrada a los musulmanes y ha amenazado a su cuerpo diplomático
en el extranjero para que quien no esté de acuerdo con sus medidas se retire
del cargo.
Algunas de las medidas tomadas por Trump son consideradas
inconstitucionales, especialmente en un país fundado bajo los ideales liberales
y donde siempre se ha respetado, al menos formalmente, la separación de poderes;
las fuerzas del partido demócrata están trabajando actualmente en dar forma a
un impeachment (lo que sería una revocatoria para nosotros) no solamente por
las medidas antiminmigratorias y el
enfrentamiento de poderes, sino además porque su cargo de presidente de la nación
es incongruente con los intereses de negocio de sus empresas.
La rudeza de sus enfrentamientos ha provocado un
espontaneo rechazo de gran parte de la ciudadanía norteamericana, que no se
siente representada por este multimillonario en el poder, tal es así que incluso
algunos representantes de su propio partido están tomando distancia pensando
prontamente en su futuro político si este rechazo crece y continua.
Jueces y gobernadores de varios estados han declarado su
rechazo, especialmente a las acciones contra los inmigrantes, amparándose en la
relativa autonomía que los estados gozan respecto al gobierno federal.
Más allá de sus conflictos internos Trump ha abierto también
otros frentes en sus relaciones exteriores, primero con México en relación a la
construcción del muro y su financiamiento, luego en su tratamiento preferencial
con Rusia, y su enfrentamiento con China acerca del reconocimiento de Taiwán, sin
contar con los odios generados entre los musulmanes por la prohibición de
ingreso a EEUU.
Trump ha generado una reacción inmediata de su ciudadanía
que ha vivido bajo la imagen de una democracia inclusiva y del concierto internacional
que no desea ver el nacimiento de un nuevo Reich.
Haciendo un ilusorio ejercicio de trasposiciones, ¿es así
como podríamos haber visto en el Perú a
Keiko si se hubiera convertido en presidente, con una mayoría absoluta en el
congreso y con la alianza cómplice de los
apristas?
Perú también puede ver fuertemente afectada su economía si
Trump si endurece su proteccionismo, puesto que gran parte de nuestras
exportaciones tienen como destino los EEUU, así que no podemos observar con
indiferencia los acontecimientos en el país norteño.
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