jueves, 28 de agosto de 2025

ELECCIONES SIN DEMOCRACIA

 

ELECCIONES SIN DEMOCRACIA

Manuel Padilla



El mundo atraviesa una crisis política general, que se manifiesta con gobiernos inestables y conflictos sociales, cada vez más frecuentes e intensos, una economía inestable con profundos desbalances, incrementando sus deudas hasta el punto de hacerlas impagables 

Paralelamente la industria está consumiendo de manera desproporcionada los recursos naturales del planeta, provocando cambios climáticos, desastres naturales y extinción de especies.

El sentido de la existencia de las sociedades humanas esta derivando exclusivamente hacia la obtención de bienes.

Mientras que una élite, cada vez mas exclusiva, está acumulando cada vez más riqueza, una mayoría no alcanza un nivel suficiente para poder vivir decentemente y otro sector sufre de niveles de pobreza extrema que los enfrenta diariamente con la muerte.

La explicación de la crisis se encuentra en la decadencia del sistema democrático, debido al quiebre de los mecanismos de representación del mismo.Una vez más debemos recalcar que realizar elecciones, no etiqueta automáticamente un régimen como democrático, hay que examinar detenidamente las reglas que delimitan el proceso.

Estamos ante un cambio determinante en la forma como se maneja la política, para poder restaurar la gobernabilidad.

 

EL PACTO DELINCUENCIAL

 

Los grupos delincuenciales, llamados partidos políticos, pero que de política no tienen nada, y que una década atrás pugnaban por obtener una hegemonía en el poder del estado, hoy han logrado concretar un pacto, mediante el cual se dividen los sectores productivos del país, para beneficiarse con sus negocios a costa del erario nacional y a la vez garantizarse impunidad ante la justicia.

 

EL COPAMIENTO DE LAS INSTITUCIONES

 

La tarea a que se han abocado en primer lugar es asegurarse el sometimiento incondicional del poder ejecutivo, encumbrando en la presidencia de la república, a un personaje rastrero, incapaz de actuar de manera autónoma y que depende totalmente de los votos que estos partidos pueden darle o negarle, hasta el punto de destituirle.

Seguidamente se abocaron a copar todas las demás instituciones del estado, la fiscalía de la nación, el tribunal constitucional, la corte suprema de justicia, el jurado nacional de elecciones y a través del ejecutivo tienen el control de las fuerzas armadas y la policía nacional.

 

LA INMUNIDAD DE LA DELINCUENCIA POLITICA

 

Este esquema configura una dictadura constitucional, ya que, usando su mayoría legislativa, han modificado más del 50% de la constitución, ampliando indebidamente las facultades del congreso, lo que les permite someter a los otros poderes del estado y aprobar leyes autoritarias que favorecen sus intereses particulares, que de otro modo hubieran sido inconstitucionales.

Para cumplir este cometido, las leyes que dictan brindan las facilidades para sus actos delictivos, sin considerar que, a su vez, están facilitando el accionar de muchas otras organizaciones criminales, ante lo cual no toman responsabilidad, escudándose en la inmunidad que ellos mismos se han otorgado.

 

LA CORRUPCION Y LA DELINCUENCIA

 

Los casos de corrupción en las instituciones representativas del estado, los asaltos a mano armada, los robos callejeros, la acción de los sicarios asesinando a plena luz del día, las extorsiones a los pequeños negocios, las batallas entre grupos criminales por el control de un territorio, la violencia armada de los mineros informales, los cuales de multiplican cada día y se han ampliado hacia todo el territorio nacional, a lo que sumamos la rección descarada de los delincuentes al ser denunciados, sabiendo que cuentan con la complicidad de la autoridades, son los indicadores de la degradación en que ha caído el país, como efecto de un gobierno inmoral e incapaz.

A consecuencia del desgobierno y la ineficacia para combatir la delincuencia que azota el país provocando un constante temor, de ser atacado, salir herido e incluso encontrar la muerte, entre el común de la población que sale a trabajar diariamente; está surgiendo un nuevo fenómeno social, la gente se está organizando en algunos sitios y en otros reacciona de manera espontánea, atacando a los criminales en acción colectiva, dejándolos malheridos y en algunos casos asesinándolos incluso con armas de fuego, tomando la justicia en sus manos ante la inacción de las autoridades competentes.

 

LA ANARQUIA

 

Esta manifestación corporativa nos muestra la descomposición en que se encuentra el tejido social, donde el estado pierde el control del territorio, el cual es dividido entre diferentes grupos que obtienen hegemonía en cada sector.

Los “justicieros” por propia mano, si bien por principio logran disminuir la delincuencia, corren en camino a cometer errores de apreciación ajusticiando inocentes, a continuación, empezar a amedrentar a aquellos que no son acordes con ellos y así usando su poder local, empezar a convertirse en nuevas bandas de agresores, creando sus propias leyes.

Aquí es donde el país se convierte en una anarquía, donde la violencia del más fuerte se impone en medio de un caos total.

Producto de una crisis sistémica de la sociedad política, que rompe con el acuerdo social que funda la nación republicana.

 

¿¿DE LA ANARQUIA HACIA ……??

 

Llegar a la anarquía por el camino de un desgobierno, que permite que el crimen y la delincuencia campeen por todo el país, es el camino fácil…como deslizarse en bajada, lo difícil vendrá después…eso será una subida empinada.

Hay dos caminos probables, uno conservador desde la derecha y otro por el cambio desde la izquierda; por la derecha, la salida de la crisis se configura como una férrea dictadura, disolviendo las instituciones democráticas en los poderes del estado, para permitirse poner a un lado los DDHH y ejecutar una razzia al estilo Bukele en El Salvador, creando más cárceles, donde se recluya, sin juicio previo, a todo sospechoso, culpable o inocente, con la finalidad de mostrar eficacia en mantener la seguridad pública, sabiendo que es una exigencia popular.

Paralelamente romper el pacto con la corrupción, exhibiendo sus negocios sucios e inhabilitando a sus miembros más destacados para ejercer la función pública, con la finalidad de mostrarse como alternativa de cambio, persiguiendo y censurando todo tipo de oposición; una vez consolidado su poder, convocarán el apoyo de la gran empresa, ofreciéndoles exenciones tributarias, así como un ambiente seguro para invertir en condiciones ventajosas, poniendo a su disposición las riquezas naturales del territorio nacional, a la vez que les brinda una competencia justa en las adjudicaciones y relajadas regulaciones laborales, para que puedan sacar provecho de la mano de obra barata del país. En suma, retroceder al modelo que les fue exitoso en los mediados del siglo pasado.


LA ALTERNATIVA DE IZQUIERDA

 

Por la izquierda, podríamos ver esta crisis como una oportunidad para un cambio radical en el sistema político, un cambio que nos pondría a la vanguardia en la forma como, hasta ahora, se ha entendido la democracia.

En primer lugar, debemos dejar de entenderla como un proceso electoral, ya hemos comprobado que las elecciones no garantizan una democracia; con el actual sistema, podríamos elegir al más radical de los izquierdistas como presidente, y esto no significaría ningún cambio importante para la sociedad, el sistema está diseñado para reproducirse y bloquear cualquier intento de cambio.

En segundo lugar, admitir que la crisis política que vivimos no es coyuntural, sino estructural, lo dicho… no se trata de cambiar presidentes, se trata de cambiar totalmente el sistema político, reconociendo que el punto de quiebre del sistema se encuentra en los procesos de representación; cambiar esto significa construir un nuevo pacto social, en el cual se priorice la participación ciudadana en la toma de decisiones de estado, explicitando las condiciones en que debe fundarse la representación política, para que esta encarne verdaderamente la voluntad popular.


LA PARTICIPACION POPULAR

 

En tercer lugar, abandonar, en esta coyuntura, la lucha por hegemonías partidarias, tratando de imponer una línea política, asumida como la única correcta; asumir como propias las necesidades de la gente, antes que las necesidades del partido.

En cuarto lugar, reconocer que para llevar a cabo este quiebre, es necesario la participación de todas las fuerzas políticas, con la finalidad de escapar de los extremismos fundamentalistas, tanto de derecha como de izquierda, lo cual hace necesario tener coordinaciones con los sectores de la derecha responsable que habiendo quedado fuera del pacto son también víctimas de la corrupción. Hay que recordar que un nuevo pacto social es responsabilidad tanto de la derecha como de la izquierda, donde se revelará el peso político de cada cual, porque de hecho se representa a la ciudadanía en su totalidad.

Es una oportunidad histórica para el Perú, pero que debe elaborarse desde las organizaciones llamadas de base, no partidarias, muchas de ellas ni siquiera politizadas, como son las barriales, los comedores populares, las religiosas, las comerciales, las de oficios y profesionales, de todo tipo; al día de hoy la resistencia organizada a la delincuencia debería ser el centro de labor de donde surja la opción de cambio, ante la destrucción del sistema obsoleto, para la construcción del nuevo sistema democrático.

Mucho trabajo, grandes desafíos que superar, mucha energía y motivación que demostrar en el camino y poco tiempo para lograrlo, ese es el reto que enfrentamos.

Hay hermanos, mucho que hacer, nos dijo ya nuestro vate César Vallejo.

  

¡EMPIEZA EL PROCESO ELECTORAL!

 

Se aproxima un periodo electoral; son muchas las organizaciones (me resisto a llamarles partidos) que se presentan a tratar de ganar puestos políticos en el estado a través de los votos.

Algunas de ellas desde perspectivas de izquierda (definiremos a la izquierda como la corriente que apunta, desde diversas posiciones, por el cambio de sistema) sin embargo, su participación resulta contraproducente, los procesos electorales están diseñados para reproducir el sistema y lo alimenta con nuevos rostros y nuevas siglas; participar bajo estas condiciones solo colabora con la legitimación el sistema.

 

¿DONDE ESTAN LOS PARTIDOS POLITICOS?


En primer lugar, los procesos electorales están fundados en la idea de una competencia de partidos políticos, cada uno de los cuales debería sostener una doctrina o ideología diferenciada, cada una de ellas debería plantear una visión del país y la forma de gobernarlo, la que estaría representando a una clase o sector social del país.

Sin embargo, los partidos políticos, tal como fueron definidos, no existen más, los que toman actualmente ese nombre, son solo organizaciones electorales, que se activan solo cuando existe una convocatoria y su finalidad exclusiva es captar la mayor cantidad del voto ciudadano, para conseguir una representación que les permita negociar su cuota de poder; la misma que será utilizada para facilitar los negocios e intereses privados de sus miembros.

No existen más ideologías que diferencien una de otra, ni siquiera poseen un plan de gobierno especifico, que vaya más allá de puntos generales que son de sentido común; no representan a ningún sector especifico de la población, no han obtenido ninguna legitimidad ante la ciudadanía, más allá de las imágenes publicitarias.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la ley faculta, a los dirigentes de cada organización (quienes son realmente los dueños de las mismas) para designar quienes conformarán su lista de candidatos y en que posición estarán dentro de ella, tomando ventaja de esta disposición para comercializar los puestos al mejor postor.

 

COMO SE GANAN LAS ELECCIONES

 

En tercer lugar, la contienda electoral esta cimentada en la campaña publicitaria para conseguir los votos, quien no logra llegar al máximo hacia su público objetivo, está derrotado; de estas campañas se encargan las diferentes empresas de marketing, la cual implica una inversión financiera significativa, que no está al alcance de las pequeñas organizaciones que compiten, por tanto, están obligadas a recurrir al financiamiento de las grandes empresas que cuentan con recursos suficientes como para dedicar a estos menesteres. 

Para las empresas este proceso es solo un negocio más, invierten dinero, no porque les gusta un candidato o porque se identifican con un programa político, invierten donde tienen posibilidades de obtener ganancias; según la cuota de poder que logren obtener, será también la cuota de beneficios que tendrán que dar de retorno a sus inversores; no en vano muchos de estos inversores apuestan a más de un candidato.

 

LOS REPRESENTANTES… ¿A QUIEN REPRESENTAN?

 

En cuarto lugar, el mecanismo de representación del sistema actual, empodera a los candidatos elegidos, permitiéndoles dar opinión y emitir voto según su propio criterio, aun en contra de la opinión ciudadana que los llevó al puesto y al que están supuestos a representar, asimismo les provee de inmunidad ante la ley, permitiéndoles aprobar leyes que les protegen de dar cuenta de sus fechorías ante la justicia.

La base teórica de este mecanismo se fundamenta en la idea que el ciudadano común, no tiene la capacidad suficiente para tomar las decisiones de estado, por tanto, se elige a las personas más competentes para hacerse cargo de ellas; lo que bajo la experiencia actual ha quedado obsoleto.

 

LA TRAMPA DE ELIMINAR LOS FILTROS

En quinto lugar, los mecanismos del proceso electoral, facilitan que una gran cantidad de organizaciones participen en la contienda, gracias a la eliminación de los filtros que deberían resumir las opciones, dando como resultado que el voto ciudadano se disperse ampliamente, lo que provoca que los candidatos salgan elegidos con una mínima aprobación, deslegitimando el proceso; bajo esta premisa tendremos un presidente que saldrá elegido por un poco mas del 10% de la población.

 

LOS MECANISMOS DE CONSERVACION DEL SISTEMA

 

En sexto lugar, aun en la mínima posibilidad, que un candidato honesto de izquierda salga ganador de la contienda, la viabilidad de que pueda ejecutar un programa de cambio estructural está vetado por el sistema mismo; la constitución y las leyes disponen barreras que ningún gobernante puede traspasar, sin contar con la férrea oposición de los sectores financieros y la manipulación de los medios de prensa, que enfocaran todas sus armas para destituir al sublevado.

 

LA DEMOCRACIA EN LA HISTORIA

 

Por definición histórica, las sociedades cambian y progresan constantemente; consecuentemente, la democracia, como sistema de gobierno, ha venido transformándose desde su definición teórica por los griegos.

El sistema democrático actual, fue funcional desde fines del siglo XIX y prácticamente todo el siglo XX, adaptado a una sociedad dividida en clases determinadas, con un régimen económico simplificado, propio de la era industrial.

Actualmente en la era posindustrial, las trasformaciones que la globalización y los avances que la tecnología han producido en la sociedad, ha ocasionado que esos procesos que definían la democracia el siglo pasado, se hayan vuelto incongruentes con la realidad; lo que impone un cambio de paradigma, que logre reconectar el mecanismo de representación con la voluntad ciudadana y de esta forma recuperar el sentido primigenio de la democracia: “el gobierno del pueblo”.

 

PARTICIPAR LEGITIMANDO EL SISTEMA

 

En el escenario expuesto, una participación de la izquierda en los procesos electorales, va a significar solamente una legitimación del sistema contra el que supuestamente luchamos por cambiar; hay que comprender que el sistema es como una maquinaria, con una serie de engranajes que se sustentan uno al otro, a través de los cuales te encaminan una ruta a seguir, si no encajas en el modelo te tritura y te elimina.

No tiene ningun sentido participar, conociendo de antemano que las reglas impuestas van a impedir, en primer lugar, que tengas una representación significativa, bloqueando de esta manera cualquier iniciativa de cambio; y en segundo lugar, tambien tienen el poder de acallar las manifestaciones  que revelen el entramado de la mafia en el poder; no hay mas posibilidades de usar la representacion como “caja de resonancia” de los conflictos sociales.

 

LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA

 

La unidad de la izquierda, tantas veces reclamada, no se logrará reuniendo en una mesa a un puñado de dirigentes, que acordarán candidatos y cuotas, la verdadera unidad se logra a través de programas concretos y viables, no con aquellas consignas generales y doctrinas desfasadas, pero, sobre todo, con trabajo honesto dentro de las organizaciones ciudadanas. 

La verdadera izquierda, definida por el cambio, sin importar los nombres o siglas que tenga, tendría que empoderarse en su base ciudadana, no copando directivas, no reclutando para una bandera política, sino conectándose con el sentimiento y las necesidades primarias de la gente de a pie, para de esa manera convertirse en una alternativa viable.

 

¿LIDERES O CAUDILLOS?


Volvemos a recalcar la necesidad, que afronta el campo popular, de forjar líderes y no caudillos, como se ha venido haciendo todo este tiempo.

El líder, a diferencia del caudillo, se forma escuchando y aprendiendo, no imponiendo su forma de pensar, distribuye las responsabilidades en vez de concentrar su autoridad, motiva a su gente a participar y a mejorar sus habilidades, les brinda formación para que puedan convertirse en líderes que puedan tomar su lugar cuando sea necesario.

La oportunidad se encuentra abierta frente al ahondamiento de la crisis política que atraviesa el país, la cual está llegando a extremos que avizoran una violenta explosión, ¿Quiénes serán los que sacarán provecho de la crisis? Los que tengan una visión clara de la coyuntura.

 

¿POR QUE HOY EL PERU?

 

La crisis del sistema democrático no es exclusiva del Perú, atraviesa el continente y se expande más allá de los mares hacia el mundo global.

En cada país se manifiesta en muy diferentes grados, de acuerdo a como los gobiernos de turno van tratando de ajustar sus medidas para atenuar el impacto; pero, de una u otra manera la crisis se encuentra madurando dentro de ellos y tarde o temprano van a tener que enfrentar el fenómeno.

El Perú se ve enfrentando actualmente esta coyuntura, debido al estado de degradación política en que ha caído su gobierno, lo cual ha acelerado el proceso.

 

CARACTERISTICAS DE LA COYUNTURA

 

El país se encuentra encarando una oleada delincuencial sin precedentes, ante una ineficiencia total de la policía; el crimen organizado continúa cobrando víctimas inocentes, a tal punto que ningún ciudadano tiene la suficiente seguridad de salir a la calle sin el temor de ser atacado; un congreso invadido por falsos representantes, los cuales se ven envueltos constantemente en acusaciones de corrupción, que hacen leyes a la medida de sus intereses particulares.

Con las instituciones y poderes del estado copados por las mismas fuerzas delincuenciales, en busca de la impunidad.

Con una presidencia ilegitima, cuyo poder depende enteramente de sus aliados en el congreso, que se encuentra igualmente envuelta en escándalos de corrupción y que demuestra constantemente una profunda incompetencia en el manejo del estado.

Con un gabinete ministerial y demás funcionarios del estado nombrados no por sus habilidades y experiencia en sus respectivos campos, sino por su cercanía con algún miembro de la mafia en el poder, con el compromiso de devolver los favores a sus promotores.

Con sus recursos naturales explotados irracionalmente por empresas extranjeras, gracias a la complacencia de sus legisladores; con sus productores agrícolas abandonados a merced de intermediarios codiciosos; con sus pequeños empresarios emprendedores, sin protección ante las extorsiones tanto de los delincuentes, como de las abusivas tasas impositivas de las autoridades.

Con estas características es completamente predecible el estallido social, en un escenario que está pronto a configurarse.

 

ARTICULO 46 DE LA CONSTITUCION POLITICA DEL PERÚ

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 “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asumen funciones públicas en violación de la constitución y de las leyes. La población civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional. Son nulos los actos de quienes usurpan funciones públicas.”

El poder político es ilegitimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las leyes y usurpa el poder gubernamental (ejecutivo, legislativo) sin tener la legitimidad de la población que representa.

Así como la legitimidad jurídica se refiere a la ley, la legitimidad política se refiere al ejercicio del poder; el poder político reconocido como legitimo será mayoritariamente obedecido, mientras el que es percibido como ilegitimo será desobedecido, salvo que se obtenga la obediencia por medio de la violencia ejercida por el estado.

El asesinato, hasta ahora impune, de más de cincuenta pobladores en Puno y Ayacucho para acallar las protestas ciudadanas que exigían la renuncia de la mandataria, la reiterada violación de la autonomía universitaria, con la invasión del campus de San Marcos, y las continuas trasgresiones de los derechos ciudadanos en las insistentes protestas que se repiten día a día en todo el país, muestran el verdadero carácter de este gobierno.

La desaprobación del 95% de la población, según las encuestas, demuestra que es evidente para la mayoría del país que el gobierno de Dina Boluarte es ilegitimo y que, en asociación y con la complicidad de grupos delincuenciales enquistados en el congreso, se mantiene usurpando el poder del estado.

Como agravante, ha tomado acciones, en complicidad con los grupos parlamentarios que la sostienen como mandataria, para copar todas las instituciones tutelares de la nación, como el tribunal constitucional, la defensoría del pueblo, la fiscalía de la nación, y estando en desarrollo actualmente la toma de los organismos electorales y el poder judicial; configurando abiertamente un ataque al sistema democrático, el cual se basa en el balance de poderes.

Mediante su mayoría congresal, se ha dictado leyes anticonstitucionales, mediante las cuales se reduce las competencias de fiscales y jueces, poniendo, además, en manos de los parlamentarios, como una espada de Damocles, la calificación de los mismos, mediante poderes extraordinarios que se otorgan a sí mismos; también se han modificado más de cincuenta artículos de la constitución mediante leyes, para favorecer los intereses que representan

La usurpación del poder tiene como objeto cubrir sus fechorías, tales como las coimas recibidas en joyas y relojes, la extorsión de sus trabajadores mochando ilegalmente sus sueldos, las satrapías sexuales de algunos congresistas, las ventajas y prerrogativas que obtienen otros para sus propios negocios, los porcentajes recibidos a cuenta de contratos fraudulentos con el estado, etc.

Buen número de las leyes dictadas están dirigidas a proteger los actos delincuenciales en que están comprometidos la gavilla criminal que ostenta el poder, sancionando a jueces, fiscales y policías que se atreven a investigar sus fechorías;  dictan una ley para impedir que la policía haga su trabajo debidamente, obligando a que los allanamientos para incautar pruebas de sus delitos, se hagan con previo aviso y la presencia de sus abogados, limitan los alcances de la colaboración eficaz para que dichas declaraciones no puedan ser usadas como prueba de sus delitos, modifican los requerimientos para calificar una organización criminal, de manera que muchos de ellos no puedan ser incluidos en las investigaciones, pretenden crear la figura jurídica de “terrorismo urbano” para dar carta blanca a la policía para atacar cualquier protesta pública.

En su afán de protegerse de los alcances de la ley, crean además un espacio protegido para toda una gama de bandas criminales, que aprovechan estas ventajas para cometer sus fechorías impunemente y tomar el control de las zonas pobladas, dividiéndose el territorio nacional por la fuerza de la violencia, donde la inseguridad ciudadana se ha vuelto un problema de primer nivel.

Consecuente con su actuar para acallar cualquier demostración de oposición y protesta contra el gobierno, desata la persecución a lo que llama “terrorismo de imagen”, buscando coaccionar a los medios de prensa que investigan sus delitos; pero no solo ataca la libertad de prensa,  sino que arremete contra toda manifestación cultural que levante criticas o plantee alternativas de solución a la crisis negada que asola el país, como muestra la censura a artistas reconocidos como el dúo Arguedas o el caricaturista Juan Acevedo.

 Su accionar demuestra con amplitud que estamos siendo gobernados por una caterva criminal que usurpa el poder ilegítimamente, la cual se define dentro de la figura penal de crimen organizado, como es la delincuencia desarrollada por tres o más personas, unidas por vínculos jerárquicos o de relación personal, que permite a sus dirigentes obtener beneficios o controlar territorios o mercados, nacionales o extranjeros, mediante la violencia, la intimidación o la corrupción, tanto al servicio de la actividad delictiva como con fines de infiltrarse en la economía legítima.

En estas circunstancias, invocar el artículo 46 de nuestra constitución, es más que un derecho, se convierte en una urgencia, más allá de las ideologías de derecha o izquierda, por sobre los partidos políticos, es necesario rescatar la nación de este gobierno usurpador que no solo destroza los fundamentos de la democracia y la estructura económica del país, sino que deja a sus ciudadanos en la indefensión frente a una oleada criminal nunca antes vista en el Perú.

La insurgencia, como mandato constitucional y derecho ciudadano, implica el desconocimiento de la autoridad usurpadora, la desobediencia civil, la resistencia activa a sus disposiciones en todos los ámbitos, la toma de las calles como demostración del rechazo a las prácticas represivas de un gobierno ilegitimo y dictatorial.

El 46 necesita convertirse en un movimiento ciudadano, sin fines electorales, sin caudillos que busquen resaltar su imagen; cada ciudadano honesto, que rechaza vivir bajo un régimen autoritario, es un líder de su comunidad, que tiene el derecho y el deber de no dejarse pisotear por una gavilla de delincuentes.


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