Dina Boluarte dice que no entiende que es lo que reclama el pueblo, al que luego llama violentistas, azuzados por los terroristas; es evidente que no es ella la que gobierna, solo es un títere que funciona en el cargo bajo las órdenes de los intereses políticos de aquellas fuerzas que perdieron las elecciones.
A ellos hay que explicarles, estos “terroristas” y
“azuzadores” no salen a las calles todos los días a protestar porque quieren
que les construyan una carretera, no dejan sus pueblos y se trasladan cientos
de kilómetros para llegar a Lima y marchar en la capital por que quieren un
hospital o una escuela, no se enfrentan a las balas y la violencia policiaca porque
quieren mejores servicios de agua o electricidad.
Es cierto que necesitan urgentemente todo eso, pero ya
pasaron todos los procesos exigiendo el cumplimiento de sus demandas, y fueron
engañados una y otra y otra vez, por este y por muchos otros gobiernos, con
diferentes y con los mismos pretextos y excusas, ya comprobaron hasta la
saciedad que este camino no funciona, se ha llegado al punto que no se puede
creer mas en ninguna promesa u ofrecimiento de esta clase política.
Es más, se han dado cuenta que una de las razones por
la que son engañados e invisibilizados, es su raza, su cultura, su posición
social.
Lo que todos estos “terroristas” y “azuzadores” exigen
ahora, es tener voz y voto en las cuestiones que les atañen, es decir,
participación política en la sociedad a la que pertenecen, lo cual es un
principio básico de la teoría democrática.
Y digo de la
teoría porque, en la practica, la mayoría de la republicas que dicen aplicar la
democracia representativa, lo que hacen es delegar el poder ciudadano en una
elite de “políticos profesionales” que hacen de la función su modo de vida y la
forma expeditiva de hacer fortuna personal, convierten la función de servidor
publico a servirse del publico y deciden las leyes y reglamentos de acuerdo a
su mejor parecer e interés personal, sin tener en cuenta la opinión de sus
electores.
Esta deformación de la democracia que convirtió la
representación en delegación, ha permitido el surgimiento de esta forma
elitista de la política, despojando del poder a la mayoría ciudadana, el
pueblo, despectivamente la plebe, en el sobreentendido que esta no tiene
capacidad de razonar correctamente sobre lo que es el bienestar colectivo, por lo
tanto, es la “clase ilustrada” la indicada a tomar las decisiones
correspondientes.
El modelo electoral que el presente sistema político
aplica, fortalece este esquema, dándole mucho poder a partidos políticos que
hace mucho tiempo dejaron de serlo en la practica, convirtiéndose en cascarones
electorales que venden su participación al mejor postor en aras a conquistar un
porcentaje del poder dentro del aparato estatal.
Al ciudadano le dan la oportunidad de escoger cada
cinco años entre las muy limitadas opciones que ofrecen estos partidos, que no
representan a nadie, en estas condiciones nos acostumbramos a votar por el mal
menor o estamos votando en contra de…, en vez de a favor de… y, por supuesto,
los elegidos están absueltos de toda responsabilidad por sus votos y opiniones,
sin tener que dar cuenta de ello a sus propios electores.
¿Dónde queda entonces la representatividad de los
políticos? ¿Dónde puede llamarse a esta una democracia representativa?
La polarización exacerbada en la explosiva situación creada
por la lucha política en el Perú, ha logrado consolidar los objetivos de la
gran mayoría de la población en tres puntos esenciales: renuncia de Boluarte,
cierre del congreso y nuevas elecciones,
La salida mas coherente hubiera sido el llamado a
nuevas elecciones lo antes posible, como señal de buena voluntad; con seguridad
esto hubiera sido suficiente para calmar momentáneamente la multitudinaria
protesta y prolongar la solución de la crisis por un par de años más, pero la
torpeza del gobierno lo lleva hacia el suicido político, azuzando la violencia
con la esperanza de revivir el fantasma del terrorismo.
Pero la propuesta de una asamblea constituyente ya
esta sobre la mesa y se impone cada vez con mayor fuerza, hace cinco años esta
era una utopía, hoy se discute en todos los sectores sociales y políticos, dado
que una gran porción de la población se h dado cuenta que no está representada en
el gobierno y que esto es consecuencia del sistema político que nos fue
impuesto e la constitución del dictador Fujimori.
Esto nos lleva a la conclusión que, más temprano que tarde,
el sistema democrático tiene que ser reformado para restablecer la representación
ciudadana, base sine qua non de la democracia; lucha que en estos momentos
llevan sobre sus hombros aquellos que desde este gobierno ilegitimo les llaman “terroristas”
y “azuzadores”.
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