lunes, 13 de marzo de 2023

LA MUERTE DE RUDENCINDO QUISPE MAMANI

 


 

EL ACCIDENTE DE LABORAL

 Ilave es un pueblito ubicado a 3,800 metros sobre el nivel del mar, en el distrito del mismo nombre, en la provincia del Collao, departamento de Puno, al extremo sureste del Perú, en la orilla oeste del lago Titicaca, que comparte frontera con Bolivia; cuenta con mas de 30 mil habitantes, la gran mayoría de ellos aymaras por su acervo cultural e idioma; está situado dentro de la región que es  considerada una de las más pobres del país.

Era muy temprano en la mañana en Ilave y Rudecindo ya estaba a medio camino de regreso del valle, con su carreta cargada con porongos de leche que la compañía minera le encargaba transportar, con esto completaba las raciones para los trabajadores de la planta procesadora; lo mínimo que cumplía la ley, porque a los picadores, que rajaban la tierra en busca de mineral, solo les dan trabajo a destajo, sin ningún beneficio.

Era temporada de lluvias, enero siempre es el peor, y en varios puntos los caminos se cortaban por los deslizamientos, el par de acémilas que jalaban del carromato tenían que hacer gran esfuerzo en algunas zonas donde la greda se ponía viscosa y amenazaban con atrapar las cansadas ruedas del viejo vehículo.

Mientras recorría el sendero, que los animales de tiro conocían de memoria, por todo el tiempo que han hecho la misma ruta, Rudecindo pensaba en sus hijos, cuatro en total, aunque uno de ellos falleció de niño por efectos de la varicela, debió haberlo vacunado, le dijeron en la posta, cuando lo llevó con las altísima fiebres, pero ¿cómo iba el a saber que había vacunas para eso?

El mayor consiguió trabajo en la minera y vive en las cercanías con su esposa y dos hijos, el otro le viene ayudando en las labores de la chacra, donde cosechan algunas arrobas de papa que venden en el mercado y crían algunos animales, solo uno logró terminar la secundaria en la escuelita fiscal y se mudó a Puno, donde trabaja para una oficina y vive con su pareja y su bebe recién nacido; lástima que su esposa no llegó a ver a sus hijos logrados, murió en la casa dando a luz al último de sus vástagos.

 Rudecindo rogaba a Dios que protegiera a sus hijos y mantenía la esperanza que uno de sus amados nietos alcanzara, un día, ir a la universidad y ser un honrado profesional.

Por lo menos para nosotros la vida es simple, pensaba Rudecindo, es solo levantarse temprano, trasportar la leña, hacer las tareas de la chacra, alimentar los animales y preparar nuestros alimentos, día tras día, Dios no deja de poner comida en nuestra mesa nunca y podemos dormir en paz cada noche.

Faltaba poco menos de media hora para llegar a su destino cuando los cansados animales de tiro hacen un giro brusco en el sendero que bordea el rio Ilave y el peso de los porongos provoca que la carreta se balacee hacia el borde, provocando que una de las ruedas quede atrapada en el canto.

Rudecindo, con sus sesentaidos años, vividos enteramente en el campo, trabajando la tierra y viviendo de sus frutos, bajó prontamente a tierra para arrear a las mulas y ayudar, empujando la rueda, con el fin de volverla a poner en el sendero, no era la primera vez que su carreta se atascaba, especialmente en estas épocas de lluvia.

Empujaba y empujaba con toda su fuerza, los animales tiraban con esfuerzo de la carreta, estaba duro de destrabar esa rueda, cuando será que el gobierno dedique un poco de interés a dar mantenimiento a estos senderos, pensaba mientras pujaba sus esfuerzos, o por lo menos la minera que se sirve de estas rutas debería poner interés, continuaba dilucidando, ya casi…, solo un poco más y la sacamos.

De pronto, cuando la rueda había alcanzado finalmente el borde superior, golpea una gruesa piedra incrustada en el terreno y se abre una grieta que origina el desmoronamiento de todo el borde del camino, provocando a su vez que la carreta con todo su cargamento se deslice hacia el rio que corre raudo cinco metros más abajo, arrastrando a Rudecindo entre los viejos maderos del carromato y los porongos de leche.

Las acémilas, animales de raza fuerte, a duras penas logran deshacerse de los restos desparpajados de la carreta y arrastrarse a la orilla, no sin dejar de mostrar sendas heridas en sus cuerpos; de Rudecindo, no se sabe más.

 

EL ACCIDENTE FORTUITO

 

Edgardo Berckemeyer De la Piedra, Edgard como le conocían sus amigos y familiares, era un muchacho radiante a sus veintitrés años, natural de Lima, la capital del Perú, estudiando derecho en la universidad Del Pacifico, pensando seguir la tradición familiar de su padre y abuelo en la carrera de leyes, así un día se haría cargo del exitoso buffet de abogados que preside actualmente su padre, representando los intereses de grandes firmas internacionales que operan en el país.

Se puede decir que vivía en Cieneguilla, donde pasó toda su infancia y adolescencia, en la residencia de sus padres, donde se hacían todas la reuniones y celebraciones familiares, donde hacía las fiestas con sus amigos y podía disfrutar de sus amplios campos, los cómodos aposentos, la servidumbre que lo atendía y por supuesto, la piscina temperada, una de las cosas que más extrañaba entonces.

Y es que los últimos cuatro años de su vida, la mayor parte del tiempo la pasó en un departamento que adquirió su padre para él, en la Av. Benavides en Miraflores, con la finalidad que estuviera mas cerca de su centro de estudios, pero que planeaba abandonar prontamente, dado que el siguiente año terminaba su carrera y se tomaría un año sabático para recorrer el mundo y finalmente aterrizar en Francia donde aplicaría para su doctorado en la Sorbona de Paris.

La tragedia comenzó en San Bartolo, en la casa de playa de los padres; ese año había decidido no pasar la celebración de año nuevo con la familia en Cieneguilla, como era tradicional, mas bien organizó una fiesta en la playa con sus colegas de la universidad y otros amigos; todo salió muy bien, bailaron hasta bien entrada la madrugada al son de una banda contratada al efecto, comieron hasta el hartazgo del buffet que fue encargado y por supuesto, bebieron sin control del amplio y surtido bar de la casa.

Fue al día siguiente, sufriendo la resaca, tirados en la arena de la playa, que a Sergio, uno de sus compañeros de clase, se le ocurrió la idea de aprovechar las vacaciones de verano en la universidad para hacer un viaje al Cuzco; varios de ellos se apuntaron inmediatamente a la idea y empezaron los planes de lo que podían hacer.

Pasaron un par de semanas aún entre las coordinaciones y preparativos para el viaje acordado, y en el trascurso, por una y varias razones, algunos de los entusiastas viajeros desistieron del propósito; finalmente solo cuatro de ellos persistieron y compraron sus pasajes para partir del aeropuerto Jorge Chávez a fines de enero.

Llegaron como estaba previsto al aeropuerto Alejandro Velasco Astete de Cuzco, inmediatamente se embarcaron en un taxi hacia el hotel que reservaron en el centro histórico de la ciudad, recibieron sus acomodaciones muy prontamente y no tardaron en aclimatarse a la altura, por lo tanto al día siguiente ya estaban recorriendo la ciudad.

Los siguientes días fueron a Machupichu, al Coricancha, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, y otros varios sitios históricos de la ciudad, ah, por supuesto, ya se habían hecho conocidos en las tabernas de los alrededores de la plaza de armas, las que recorrían infaltablemente todas las noches.

No faltaron las clásicas fotos delante de las monumentales edificaciones del incanato y con las llamas y las paisanas posando con su vestimenta tradicional.

Apenas había pasado mas de una semana y ya sentían que habían conocido todo lo interesante que había para ellos, empezaron a sentir el aburrimiento de la rutina y buscaban nuevos retos.

Fue así que uno de esos días llego Alfredo, uno de sus colegas de viaje, con la noticia que en Puno se celebraría una gran festividad por el día de la Virgen de la Candelaria en esos días, así que se propusieron viajar hacia Puno para participar de los festejos.

Viajaron un poco incomodos, pese a sus pasajes VIP, en los buses que hacen la ruta, no son como los buses que hacen servicio turístico en Lima, pero llegaron sin novedad, es un viaje de unas nueve horas aproximadamente, que se hace generalmente de noche; apenas se acomodaron en el hotel, fueron a buscar unos mates de coca, no solo por el frio intenso, sino porque la altura de Puno es mas elevada que en Cuzco y hace estragos en el cuerpo, el mate de coca es un estimulante ancestral recomendado para combatir el mal de altura o “soroche” como se le llama en estos lugares.

Todo fue de maravilla en Puno, tal como lo habían planeado y como el dinero no era un problema, disfrutaron de todas las festividades, la comida, la bebida y la compañía de bellas chicas del lugar que se unieron a ellos en el festejo que duró tres días completos,

Finalmente, mientras estaban disfrutando de una cena en un restaurante típico del lugar, donde les sirvieron una deliciosa trucha al ajo, Edgard llamó al encargado del negocio a su mesa para hacerle los cumplidos que merecía su cocina, aprovechando para preguntarle de donde conseguían esos magníficos pescados, a lo cual le indicaron que les abastecían del poblado cercano de Ilave, por donde corre el rio del mismo nombre y de donde se pescaban esos deliciosos ejemplares.

La información que recibió despertó ávidamente el interés de Edgard, cuya afición por la pesca nació desde niño, cuando acompañaba a su padre y sus socios a los paseos de pesca que este organizaba casi todos los años, aunque era mas bien para hablar de negocios, pero también aprendió las técnicas de la pesca.

Inmediatamente se prestó a la tarea de convencer a sus compañeros para ir a Ilave y tratar de pescar unas cuantas truchas, solo por diversión, ya que no tenían donde prepararlas, ni tenían la menor idea de cocina.

A la mañana siguiente se dedicaron a buscar tiendas para rentar el equipo de pesca que necesitaban, después de almuerzo se embarcaron en unos pequeños buses que hacen el recorrido entre Puno e Ilave, eran solo una hora y media de viaje, llegaron al pequeño poblado, ya entrada la tarde, se alojaron en un modesto hospedaje cerca de la plaza de armas e inmediatamente fueron a recorrer el lugar.

Por supuesto terminaron el recorrido en una taberna, donde se embriagaron con chicha fermentada de maíz, llamada chicha de jora, producto natural de la zona.

Con todos los efectos de la resaca aun en sus cabezas, se levantaron muy temprano en la mañana y consiguieron un taxi que los llevara al sitio llamado la curva de huayllata, a orillas del rio Ilave, donde les recomendaron era el mejor punto para la pesca, aunque el chofer les advirtió que podía ser peligroso en esta época porque las lluvias habían elevado el caudal del rio, sin embargo ellos estaban envalentonados a conseguir sus presas.

No bien llegaron al lugar , bajaron la pendiente hasta la orilla y se dispusieron a arreglar sus aparejos, enganchar las carnadas que consiguieron en el mercado, ponerse los trajes de jebe para entrar en el rio.

La ribera del rio estaba despejada de vegetación en este punto y la arenisca mostraba un declive hacia la corriente del mismo, se notaba por las marcas del terreno que el nivel del agua se había elevado.

Carlos había estado vomitando en la noche a causa del alcohol ingerido y prefirió quedarse en la orilla junto a las mochilas, Edgard, Alfredo y Sergio empezaron a entrar en la corriente, apenas sus primeros pasos notaron que la arenisca se convertía en greda por la cantidad de agua, dando esa sensación de que te atrapaba los pies.

La corriente del rio se sentía con fuerza, por eso Alfredo y Sergio se mantuvieron precavidos, tratando de no alejarse mucho de la orilla donde tiraron sus anzuelos, mientras Edgard se mostró más osado y trataba de llegar al centro del rio pensando en coger una mejor presa.

De un momento a otro pareció que un pie de Edgard se quedo atrapado, no se sabe si en la greda del lecho del rio o algunas piedras que arrastraba la corriente, el estaba tratado de liberarse cuando perdió el equilibrio y cayó de lado.

Sergio se percató del incidente y se apresuró a tratar de alcanzar a Edgard que ya estaba siendo arrastrado por la corriente; en sus esfuerzos por tratar de alcanzarlo una rama de árbol arrastrada por la fuerza del rio lo golpea haciéndole perder el equilibrio, estaba ya tragando agua cuando siente que lo jalan del brazo con fuerza y se da cuenta que es Alfredo quien corrió a rescatarlo, con dificultad ambos logran recuperar el control y llegar de regreso a la orilla, con el espanto de Carlos; a Edgard, no lo ven más.

 

LA BUSQUEDA DE RUDECINDO

 

Recién al medio día se enteraron sus hijos que Rudecindo no llegó a la minera con su carga; inmediatamente salieron en su busca desde ambos extremos del camino, uno desde la chacra montado en su burro, el otro desde la minera en una moto que le facilitó un compañero.

En una parte del sendero se encontraron ambos sin noticias de su padre, y regresaron nuevamente, esta vez con mayor detenimiento, haciendo su búsqueda rio abajo; no podía desaparecer, así como así; empezaron a temer lo peor.

Casi dos horas después, confirmaron sus sospechas, en un recodo del rio encontraron a las mulas malheridas, con los despojos de la carreta; uno de ellos decidió correr al pueblo a pedir ayuda de los vecinos, mientras el otro fue a la comisaria a denunciar el accidente para que organizaran una búsqueda.

En cuanto el hijo de Rudecindo llegó al pueblo y los vecinos se enteraron, se organizó una partida de voluntarios, más de diez enrumbaron inmediatamente al sitio de los hechos y comenzaron la búsqueda.

Mientras que, en la comisaria, el sargento de guardia recibió la denuncia, sentado en su escritorio, puso papel en su máquina de escribir, y empezó a preguntar paso a paso por los hechos de la desaparición de Rudecindo para culminar con el informe de la denuncia; como el hijo insistiera en que se organizara una búsqueda, el sargento le respondió que eso solo lo puede autorizar el comisario, y que habría que esperarlo porque se encontraba en una comisión en Puno.

Ya estaba bien entrada la tarde cuando retorno el comisario de su comisión, recibió el informe de la desaparición de Rudecindo y le hizo saber a su hijo que sentía mucho pesar por lo acontecido, pero que era muy tarde y oscurecería muy pronto, por tanto no se podía hacer nada ahora, pero que en la mañana enviaría un servicio a investigar los hechos.

Cuando retornó a su vecindario, ya había oscurecido, encontró a su hermano y a la gente reunida en la plazuela, los que regresaron de la búsqueda y el resto de vecinos preocupados por saber las noticias sobre Rudecindo; desesperanzados los rescatistas contaron como habían recorrido gran parte de la ladera sin resultado alguno, pero aseguraron su presencia para la mañana siguiente a continuar la búsqueda, a los que se sumarian otros más.

Al día siguiente, muy temprano, ya había cerca de veinte voluntarios del vecindario, reunidos en la plazuela, listos para reanudar la búsqueda, se dividieron en parejas, se asignaron zonas e iniciaron su trabajo con intensidad; al medio día dos policías se presentaron en el lugar del accidente, tomaron notas de lo encontrado, realizaron una inspección recorriendo un kilómetro alrededor, se trasladaron a la chacra de los Quispe a revisar las mulas y volvieron a la comisaria a redactar su informe.

A lo largo de tres días después del accidente los voluntarios continuaron la búsqueda en toda la rivera del rio, sin resultados positivos, en la radio local insertaron una nota dando cuenta de la noticia del accidente de Rudecindo; solo al segundo día unos voluntarios encontraron restos de la ropa de Rudecindo enganchados en unas ramas en una curva de la corriente, no había  más que reportar.

Bajo la presión del hijo de Rudecindo y algunos vecinos que se presentaron ante la policía, el comisario accedió a enviar un grupo de cuatro efectivos para que se sumen a la búsqueda, no podemos asignar más porque significaría dejar desguarnecida la comisaria, afirmó el Capitán a cargo.

Después del tercer día se desactivaron los voluntarios en la búsqueda, sin hablar en voz alta de ello, todos entendieron que era inútil continuar, conocían la zona, conocían su rio, sabían que no podía sobrevivir al frio congelante por cuarentaiocho horas y que si la corriente, que estaba fuerte por las lluvias, había llevado el cuerpo hasta su desembocadura en el lago Titicaca, sería casi imposible encontrarlo, no solo por la amplitud del lago, sino por la acción de los depredadores, que para entonces ya lo habrían destrozado.

 

LA BUSQUEDA DE EDGARD

 

Los muchachos regresaron muy exaltados hasta el camino donde los esperaba el taxista, este al enterarse de lo sucedido los enrumbo velozmente al pueblo, directamente a la comisaria; allí el sargento de guardia los puso inmediatamente en presencia del comisario, que dejó atrás el suculento desayuno que se estaba endilgando y se apresuró a convocar a todo el servicio de guardia para organizar la búsqueda del turista perdido.

Empezaron las llamadas a Lima, para enterar a los padres del acontecimiento; mientras el padre de Edgard se comunicaba con las mas altas autoridades de la capital para que se usaran todos los recursos disponibles en encontrar a su hijo y fletaba un vuelo directo inmediato para él y su esposa hacia Cuzco, los padres de los otros muchachos se apresuraron en hacer todos los arreglos para que sus hijos fueran trasladados, de manera inmediata, directamente al aeropuerto Velasco Astete de Cuzco, donde ya les habían reservado pasajes de emergencia para que  retornen a Lima.

Don Berckemeyer padre, llegó a Cuzco ya entrada la noche, pero en la mañana siguiente a primera hora estaba siendo trasladado hasta Ilave en un helicóptero de la Fuerza aérea del Perú; en el lugar, acompañado del comisario de Ilave, verificó que habían solo dos equipos de seis policías, mas otro grupo mas numeroso de civiles voluntarios que estaban en la tarea de ubicar a Edgard, dada la amplitud y  lo accidentado del terreno no parecía suficiente, ya que el tiempo corría en contra para encontrarlo con vida.

Paso varias horas haciendo llamadas telefónicas, como resultado, en horas de la tarde llegaron refuerzos de la región policial de Puno y otro grupo de defensa civil; así también un médico y varios enfermeros, con equipos de emergencia, enviados por la oficina regional del ministerio de salud, quienes armaron una estación de campaña en la plaza de armas, en caso que tuvieran que atenderlo de emergencia.

Al día siguiente un helicóptero de la fuerza aérea y dos lanchas patrulleras de la fuerza naval se sumaron a una intensa búsqueda, metro por metro de la cuenca del rio; las autoridades que se apersonaron al pueblo, un par de fiscales y el prefecto de la provincia, estaban supervisando el operativo, que estaba al mando de un comandante policial enviado expresamente esta misión; ninguno quería enfrentar a Don Berckemeyer, pero la realidad es que los rescatistas habían perdido las esperanzas de encontrarlo con vida, por lo menos intentaban poder recuperar el cuerpo, antes que los depredadores del área hagan su trabajo.

Tres días después de su desaparición se hizo realidad la pesadilla de Don Berckemeyer, el cuerpo sin vida de Edgar fue encontrado por una de las lanchas en un recodo del rio, muy cerca e su desembocadura al lago Titicaca; estaba muy maltratado y había comenzado a entrar en estado de descomposición, con suerte los animales carroñeros no lo habían atacado.

Entre estremecedoras escenas de dolor su cuerpo fue llevado en helicóptero a Cuzco y de allí en vuelo directo a Lima para los funerales correspondientes.

 

LOS FUNERALES QUISPE

 

No pudo haber funeral para Rudecindo sin el cuerpo, pero los vecinos organizaron una ceremonia en la plazuela del barrio, donde se celebró una misa que ofició el cura de la parroquia.

Hubo algunos gastos, por los arreglos florales, unos pocos aparejos ornamentales, algunas botellas de licor y sándwiches que se ofrecieron a los asistentes, así como la donación que se tuvo que ofrecer a la parroquia por los servicios prestados por el cura en la ceremonia; la pobreza de los Quispe no alcanzó para cubrir todo esto, así que los vecinos hicieron una bolsa común para colaborar con todo esto.

 

LOS FUNERALES BERCKEMEYER

 

La noticia de la trágica suerte del hijo de Don Berckemeyer había estado en las noticias a nivel nacional desde el día de los hechos, reporteros de diferentes medios viajaron hasta Ilave a cubrir el operativo de búsqueda, otros reportaban en vivo desde Puno; ahora el funeral era noticia de primera plana en Lima.

El funeral de Edgard tuvo varias etapas, empezando por una misa de cuerpo presente en la basílica de la parroquia Nuestra Señora del Pilar en San Isidro, oficiada por el obispo auxiliar de Lima, a la que asistieron varios ministros de estado, empresarios nacionales y representantes de importantes firmas internacionales; luego el velatorio, que duro un par de días, en el anfiteatro del Rotary Club, por donde desfilaron, además de multitud de amigos y familiares, muchas figuras relumbrantes del espectro político y del ambiente artístico del país; a continuación  fue la ceremonia en el campus de la Universidad Del Pacifico, presidida por el mismísimo rector, para finalmente el cortejo fúnebre terminar en el mausoleo privado de la familia Berckemeyer en el cementerio de La Molina.

 

EL CASO LEGAL QUISPE

 

A poco más de una semana de la desaparición de Rudecindo, llega una carta notarial a la casa de los Quispe, procedente  la empresa minera, en la cual reclaman a sus hijos, como representantes legales solidarios, el pago de dos mil soles por cuenta de los porongos que la empresa le proporcionó a Rudecindo para el transporte de la leche, ochenta y tres soles por el producto perdido y ciento veinte soles más por el perjuicio causado al interrumpir el suministro, cuyo total importa la cantidad de dos mil doscientos tres soles, cuyo pago deberá ser  efectuado en un plazo de sesenta días calendario, caso contrario se planteará su cobranza coactiva por los medios judiciales, con cargo de los costos legales correspondientes.

La carta remeció no solo a la familia Quispe, que por obvias razones estaban en la imposibilidad de cubrir dicha cantidad, sino que además toda la vecindad se enteró prontamente de la injusticia que se pretendía consumar con los Quispe.

Pasaron semanas de agitación, donde tanto los Quispe, como diferentes representantes de la comunidad, se hicieron presentes en la empresa minera y ante el departamento legal, presentando documentos varios, pidiendo la exoneración del pago en vista de la situación familiar; sin embargo, la empresa a duras penas ofreció desdoblar el pago en cuatro armadas mensuales de seiscientos soles, incluyendo el interés contable.

La comunidad de Ilave, que conocía muy bien a la familia Quispe, a la cual han pertenecido por muchos años, ganándose el respeto de todos con su trabajo honrado y la solidaridad que siempre mostraron con sus vecinos, demostró también su solidaridad con ellos a través de una actividad pro fondos que logró recaudar cerca de quinientos soles entregados a la familia; con lo poco que logró juntar la familia, pagaron la primera cuota a la minera; para completar el resto su hijo tuvo que hacer los trámites necesarios en el banco, para solicitar un préstamo poniendo como garantía el título de su tierra, la que ha pertenecido a la familia desde principios de siglo.

 

EL CASO LEGAL BERCKEMEYER

 

No habían terminado aun los servicios funerarios de Edgard, cuando el equipo legal del buffet presidido por su padre estaba ya elaborando toda la documentación necesaria para presentar querella contra todos los que resulten responsables del fallecimiento de su hijo.

De hecho, a finales del mes, ya se habían presentado litigios en diferentes juzgados, contra el municipio de Ilave, el gobierno regional de Puno, el departamento de defensa civil y el ministerio de transportes y comunicaciones; todos acerca de su responsabilidad en el mantenimiento de los caminos, del control de la rivera del rio, de la señalización de los espacios peligrosos, de la asistencia de emergencia en percances como este y de la atención a la seguridad de los turistas y visitantes de la región.

El total de las compensaciones pedidas en todos los casos sumaban más de cinco millones de soles; los abogados encargados se mostraron muy optimistas en conseguir decisiones favorables en cada caso, de acuerdo a los antecedentes presentados y las coordinaciones con los contactos que se tenían en el sistema; la presión mediática del caso también jugaba en su favor.

 

DOS VIDAS, DOS MUNDOS

 

Dos personas, uno un hombre de avanzada edad, sin educación, labrador de la tierra, en situación de pobreza, habitante de un pequeño pueblo de una región alejada del país; el otro, un joven, con una carrera profesional casi lograda, en una situación familiar  económica acomodada, la cual le asegura un futuro prometedor en el entorno social nacional.

¿Cómo valoramos la vida de cada ser humano?

¿Podemos afirmar que es mas valiosa la vida de un joven, que además promete convertirse en alguien importante para la sociedad, que la de un anciano, que probablemente morirá en su lejana tierra sin mucha relevancia social?

La sociedad en que vivimos asigna un peso moral a los individuos según su posición económica, su nivel educativo, su edad y  su origen étnico; esto es un hecho innegable, ¿pero es este sistema justo y aceptable?

¿Es justo apuntar a los desplazados del sistema por su situación? ¿no tendrían que tener todas las personas las mismas oportunidades de desarrollo cultural y social, para determinar cual es el verdadero valor de cada cual?

¿Es esta división en dos mundos diferentes en nuestra sociedad la causa de la crisis social que amenaza con explotar el sistema democrático?

 El sistema de valores que nos asigna una posición en la sociedad tiene la falla estructural de no tomar en cuenta la base de oportunidades desde la cual parte cada individuo.

La historia de los Berckemeyer y los Quispe es solo una de las muchas que suceden en un país donde las desigualdades se hacen más y más pronunciadas cada vez.

Historias que deben hacernos recapacitar acerca de la clase de sociedad en la que queremos vivir y en el mundo que queremos dejar para las generaciones sucesivas,

 



viernes, 3 de marzo de 2023

QUE QUEREMOS LOS TERRORISTAS

 

Dina Boluarte dice que no entiende que es lo que reclama el pueblo, al que luego llama violentistas, azuzados por los terroristas; es evidente que no es ella la que gobierna, solo es un títere que funciona en el cargo bajo las órdenes de los intereses políticos de aquellas fuerzas que perdieron las elecciones.

A ellos hay que explicarles, estos “terroristas” y “azuzadores” no salen a las calles todos los días a protestar porque quieren que les construyan una carretera, no dejan sus pueblos y se trasladan cientos de kilómetros para llegar a Lima y marchar en la capital por que quieren un hospital o una escuela, no se enfrentan a las balas y la violencia policiaca porque quieren mejores servicios de agua o electricidad.

Es cierto que necesitan urgentemente todo eso, pero ya pasaron todos los procesos exigiendo el cumplimiento de sus demandas, y fueron engañados una y otra y otra vez, por este y por muchos otros gobiernos, con diferentes y con los mismos pretextos y excusas, ya comprobaron hasta la saciedad que este camino no funciona, se ha llegado al punto que no se puede creer mas en ninguna promesa u ofrecimiento de esta clase política.

Es más, se han dado cuenta que una de las razones por la que son engañados e invisibilizados, es su raza, su cultura, su posición social.

Lo que todos estos “terroristas” y “azuzadores” exigen ahora, es tener voz y voto en las cuestiones que les atañen, es decir, participación política en la sociedad a la que pertenecen, lo cual es un principio básico de la teoría democrática.

 Y digo de la teoría porque, en la practica, la mayoría de la republicas que dicen aplicar la democracia representativa, lo que hacen es delegar el poder ciudadano en una elite de “políticos profesionales” que hacen de la función su modo de vida y la forma expeditiva de hacer fortuna personal, convierten la función de servidor publico a servirse del publico y deciden las leyes y reglamentos de acuerdo a su mejor parecer e interés personal, sin tener en cuenta la opinión de sus electores.

Esta deformación de la democracia que convirtió la representación en delegación, ha permitido el surgimiento de esta forma elitista de la política, despojando del poder a la mayoría ciudadana, el pueblo, despectivamente la plebe, en el sobreentendido que esta no tiene capacidad de razonar correctamente sobre lo que es el bienestar colectivo, por lo tanto, es la “clase ilustrada” la indicada a tomar las decisiones correspondientes.

El modelo electoral que el presente sistema político aplica, fortalece este esquema, dándole mucho poder a partidos políticos que hace mucho tiempo dejaron de serlo en la practica, convirtiéndose en cascarones electorales que venden su participación al mejor postor en aras a conquistar un porcentaje del poder dentro del aparato estatal.

Al ciudadano le dan la oportunidad de escoger cada cinco años entre las muy limitadas opciones que ofrecen estos partidos, que no representan a nadie, en estas condiciones nos acostumbramos a votar por el mal menor o estamos votando en contra de…, en vez de a favor de… y, por supuesto, los elegidos están absueltos de toda responsabilidad por sus votos y opiniones, sin tener que dar cuenta de ello a sus propios electores.

¿Dónde queda entonces la representatividad de los políticos? ¿Dónde puede llamarse a esta una democracia representativa?

La polarización exacerbada en la explosiva situación creada por la lucha política en el Perú, ha logrado consolidar los objetivos de la gran mayoría de la población en tres puntos esenciales: renuncia de Boluarte, cierre del congreso y nuevas elecciones,

La salida mas coherente hubiera sido el llamado a nuevas elecciones lo antes posible, como señal de buena voluntad; con seguridad esto hubiera sido suficiente para calmar momentáneamente la multitudinaria protesta y prolongar la solución de la crisis por un par de años más, pero la torpeza del gobierno lo lleva hacia el suicido político, azuzando la violencia con la esperanza de revivir el fantasma del terrorismo.

Pero la propuesta de una asamblea constituyente ya esta sobre la mesa y se impone cada vez con mayor fuerza, hace cinco años esta era una utopía, hoy se discute en todos los sectores sociales y políticos, dado que una gran porción de la población se h dado cuenta que no está representada en el gobierno y que esto es consecuencia del sistema político que nos fue impuesto e la constitución del dictador Fujimori.

Esto nos lleva a la conclusión que, más temprano que tarde, el sistema democrático tiene que ser reformado para restablecer la representación ciudadana, base sine qua non de la democracia; lucha que en estos momentos llevan sobre sus hombros aquellos que desde este gobierno ilegitimo les llaman “terroristas” y “azuzadores”.