jueves, 28 de enero de 2021

ORGULLO GAY



Todos los años se celebra mundialmente el día del orgullo gay, lo que provoca muchos comentarios controversiales al respecto. ¿Qué es lo que realmente hay tras esta controversia? ¿qué ideologías son las que sostienen cada posición y cuales sus fines?

En primer lugar, hay que poner de lado las criticas de parte de los fundamentalistas religiosos, que creen que ser gay es un pecado ante Dios, una perversión sexual, una enfermedad mental, una desviación de la personalidad, ellos simplemente no practican la fe que predican, exacerbando los odios y la discriminación entre las personas y se aferran a la interpretación de algunos párrafos de libros considerados sagrados, los cuales sostienen su doctrina.

A este grupo de personas que se aferran a una doctrina, tiene que sucederles algo muy trascendente para que abandonen su creencia, pues su visión del mundo solo se basa en la fe y a un artículo de fe no hay manera de rebatirlo porque es indemostrable.

Otra cosa es con aquellos que insisten en confundir sexo con género, envolviéndolos en un solo paquete; “Dios nos creó como varón y hembra y la naturaleza confirma que solo existen dos sexos, la biología también lo demuestra científicamente”.

Aclaremos entonces: ¡Por supuesto que solo existen dos sexos! Nadie es tan ignorante para afirmar o contrario, el sexo es biológico, en el universo mamífero existen machos y hembras, eso asegura la reproducción de la especie, pero el género, es un constructo social racionalizado por mentes capases de pensar, en el mundo animal el sexo tiene la única finalidad reproductiva, en el ser humano tiene además significados románticos y de disfrute del placer.

Lo masculino y femenino, el denominado género, es psicológico y al construirse socialmente el individuo tiene poco o ningún control del mismo, es una complicada combinación de hormonas, entorno de crianza y experiencias de vida, que escapan del control del individuo, nadie decide convertirse en gay, es una situación que les toca enfrentar en la vida.

Históricamente podemos comprobar que las actitudes consideradas masculinas o femeninas han variado durante el tiempo; muchas de las modas, colores, artefactos, funciones, consideradas exclusivamente femeninas hace varias décadas, ahora son compartidas por los hombres, así como muchas actividades consideradas exclusivamente masculinas, son ahora desempeñadas por mujeres.

Hay que recalcar nuevamente que nadie escoge ser gay, no es cuestión de gustos, como algunos pretenden creer, nadie nace gay, también es cierto, pero los factores sociales y las circunstancias vivenciales que cada individuo atraviesa, no las escoge uno, están fuera de nuestro control personal; ser gay no es una opción, no es una perversión, ni una enfermedad mental, es un hecho que les toca vivir a muchos seres humanos.

Vamos a preguntarnos ¿Por qué a tantas personas les causa aversión el homosexualismo? Yo veo dos principales razones:

La primera relacionada a los hombres, especialmente en el mundo latino, donde han sido criados en un entorno de machismo fundamentalista, marcar las diferencias entre macho y hembra resulta indispensable, es difícil para ellos aceptar el hecho científico de que todo ser humano posee tanto hormonas masculinas como femeninas y que, más allá de las diferencias físicas, las preferencias sexuales no se definen hasta avanzada la niñez.

Curiosamente los más homofóbicos, entre los varones, son aquellos que sienten grandes dudas sobre su orientación sexual, de allí la necesidad imperiosa de simular las diferencias remarcadamente.

La segunda es más bien de carácter social, cuando alguien menciona la palabra homosexual, gran parte de las personas traen a su mente la imagen de un hombre con la cara exageradamente pintada, vestido con ropa femenina de colores muy llamativos y bastante reveladora, por no decir exuberante, paseándose a altas horas de la noche por en alguna calle oscura ofreciendo su cuerpo; o sea, aquellos a los que deberíamos llamar putos, de la misma manera como las mujeres que ofrecen su sexo las  llamamos putas; pero así como puta no es sinónimo de mujer, puto no es sinónimo de homosexual.

El homosexual es una persona tal como cualquiera de nosotros, con sentimientos, con sentido de responsabilidad, con honor, con los mismos valores que más o menos todos poseemos; y así como en todo grupo de personas, existirán entre ellos personas muy buenas y otras no tan buenas; la excomunión social que se ha practicado con la comunidad homosexual, ha provocado que se tache a todo el conjunto como depravados, generalizando una conducta de un pequeñísimo porcentaje de la misma.

Por eso resulta importante que la comunidad gay marque sus diferencias con ese grupo que llamamos putos, sinónimos de depravación sexual y que hacen mucho daño a la imagen del movimiento homosexual.

Otro grave problema que afronta la comunidad gay es la continua negación en los espacios legales para reconocer la unión civil; esta decisión se condice con la negación de derechos individuales de que son objeto por causa de que son considerados, personas “anormales”, sin embargo, increíblemente, se reconoce la unión de personas con enfermedades terminales e incluso los matrimonios con menores de edad, como reparación en casos de violación, lo que demuestra el doble rasero moral de nuestra sociedad.

El principal propósito de la unión civil es reconocer una unión de hecho entre dos personas, lo que les da derecho sobre las propiedades y demás beneficios sociales que favorecen a la pareja, derechos que son reconocidos a las parejas heterosexuales, incluso sin estar unidos legalmente por lazos matrimoniales.

Parejas homosexuales que conviven y trabajan juntos durante muchos años construyendo un patrimonio común, aportando fielmente al seguro social, y, sin embargo, si uno de ellos fallece se les niega el derecho a compartir los bienes y beneficios que les correspondería.

Uno de los más grandes temores entre los fundamentalistas religiosos, principalmente, es que, junto con el derecho a la unión civil, conlleva el derecho de adopción, les escandaliza pensar que un niño sin padres pueda ser criado por una pareja homosexual, por la misma razón que creen que ser homosexual es un pecado, una perversión, una enfermedad psiquiátrica.

Bajo esos términos un niño criado en un hogar gay seria “inducido” al pecado, “contaminado” por instintos antinaturales, “contagiado” por la peste homosexual; sin embargo, nada hay más antinatural que privar a un niño del calor de un hogar, de un entorno familiar donde se le prodigue el amor y la atención que merece, donde no importa el sexo, la raza, la condición social.

El homosexual no nace en hogares homosexuales, ni se contagia con el ejemplo de otros homosexuales, es más, la mayoría han sido criados en hogares cristianos; desde la perspectiva que nadie toma como una opción ser homosexual, negar la oportunidad a un infante de disfrutar de una familia y el cariño que de ella se deriva, es condenar su futuro.

Por otro lado, debo decir, que me parece errado el termino LGTB para la comunidad homosexual; desde que admitimos que solo existen dos sexos biológicos, hembra y macho, todo aquel que atraviesa sus limites en una u otra dirección es un homosexual, es decir tanto lesbianas como gay o bisexuales son simplemente homosexuales; más bien los transexuales fueron una vez homosexuales, pero desde el momento que cambiaron sus genitales deben ser reconocidos como heterosexuales, ya que se encuentran en un cuerpo y una identidad sexual que encajan mutuamente; es comprensible, aun así, que se solidaricen en la lucha por el reconocimiento de los derechos gay, dado que son discriminados por la misma razón.

El motivo de celebrar el orgullo gay es rescatar a todas esas personas que tienen que vivir en la sombra con sus sentimientos, muchos teniendo una doble vida, y demostrarles que no tienen que vivir con vergüenza por ser las personas que son, que no son malas personas, que no hay ningún mal dentro de ellos, que pueden mostrarse a la luz de día tal como son y sentirse orgullosos de ser quienes son, sin ser juzgados, ni discriminados por sus preferencias sexuales, como la sociedad lo hizo anteriormente con las mujeres, con los negros, con los judíos.

 

 

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