Desde sus inicios los seres vivos en el planeta fueron
territoriales; las distintas especies necesitaban asegurar sus fuentes de
alimentación para sobrevivir.
El ser humano, al desarrollar una inteligencia
superior, patentizó esta necesidad en formas cada vez mas sofisticadas, en su
etapa de cazador errante, los territorios que recorrían las diferentes tribus
eran exclusivas, y se producían sangrientas batallas cuando descubrían que
alguna otra tribu había invadido sus límites.
Cuando descubrieron la agricultura, se volvieron
sedentarios, y sus límites fueron demarcados más eficientemente, ahora tenían
que defender las aldeas donde vivían y los campos de cultivo, se pusieron hitos
que señalaban los limites y puestos de vigilancia para resguardarse de los
intrusos.
Cuando empezaron a dedicarse a la ganadería,
requirieron de espacios mas amplios, el peligro de que robaran el ganado era
mayor, se vieron obligados a organizar patrullas que resguardaran los límites, dando
nacimiento al embrión de los ejércitos.
El desarrollo de la agricultura y la ganadería
hicieron crecer con rapidez las aldeas, incrementando a su vez sus necesidades;
aquí es donde empiezan a surgir la diferenciación en las funciones sociales,
aquellos que, por su experiencia, alcanzaron los conocimientos acerca de las
utilidades de ciertas plantas, los cambios de estación, los tiempos de siembra
y cosecha y algunas habilidades curativas, fueron encumbrados como sabios,
sacerdotes, brujos o chamanes, cuyo desarrollo posterior daría origen a las
religiones; mientras que aquellos que sobresalieron por su fortaleza física, su
capacidad de liderazgo, y sus habilidades guerreras en la defensa del territorio,
se convirtieron en grandes jefes, al mando de una tropa de guerreros, cuyo
desarrollo posterior daría origen a los ejércitos profesionales.
De esta manera las nacientes comunidades se
conformaron sobre dos poderosas columnas: un órgano espiritual, que garantizaba
la unidad, brindándole una cohesion interna, y un órgano militar que
garantizaba su seguridad externa.
Esta organización permitió el crecimiento espontáneo
de las aldeas, que pronto empezaron a convertirse en pequeñas ciudades, lo cual
incrementó enormemente sus necesidades, como consecuencia sus fuerzas guerreras
se dieron a la tarea de conquistar por la fuerza nuevos territorios, lo que
también trajo como consecuencia la esclavización de las tribus vencidas, que
fueron usadas como fuerza de trabajo,
El incremento de la riqueza no fue equitativo, los
jefes militares y sus allegados, así como los sacerdotes, chamanes y otras
autoridades, reclamaron para sí, en virtud a su participación en el despojo de
otras tribus, los mayores beneficios, tanto en bienes, como en tierras y
esclavos; de esta manera se fueron consolidando las clases sociales.
La clase más enriquecida se fue volviendo cada vez más
ambiciosa, se pusieron a la tarea de conquistar mayores extensiones de tierras,
marcando su poderío de acuerdo a su posesión territorial; naciendo así la clase
feudal, pero cuanto más grande se extendía la propiedad del señor feudal, surgía
también la necesidad de contar con suficiente mano de obra que la trabajara
para darle valor, porque la posesión de la tierra sin el trabajo humano era
inconsistente.
Para cubrir esta necesidad, usaron su poder para
acosar a los pequeños propietarios, cubriéndolos de deudas hasta despojarlos de
sus posesiones y así convertirlos en siervos, mano de obra gratuita para sus
tierras, los que además de pagar tributo por el uso de sus cultivos, debían
jurar lealtad al señor feudal frente a sus adversarios.
Estos señores feudales se dividieron así las tierras
existentes, y las guerras entre ellos, para engrandecer sus posesiones a costa
del otro, se volvieron encarnizadas, guerras fratricidas que amenazaban con
hacer caer el sistema social en una anarquía.
Para detener este peligro, algunos de los señores más
poderosos, alarmados por la constante amenaza de destrucción, auspiciaron acuerdos
de paz y la defensa conjunta de sus territorios unidos, creando un reino,
reconociendo un rey absoluto y fundando así la monarquía.
Las monarquías gobernaron las sociedades humanas
durante cientos de años, creando centros de poder, que llamamos ciudades,
completamente fortificadas para defenderlas de sus enemigos, donde se
concentraba toda la corte que rodeaba al soberano y desde donde se impartían
las ordenes que gobernaban el reino; durante
ese periodo, en vista que estaban limitadas, aunque no desaparecidas
totalmente, sus capacidades de engrandecer sus territorios a costa de otros
reinos, aquellos reinos que pudieron aprovechar sus limites marinos, se
lanzaron a la conquista de los territorios de ultramar; se fundaron los grandes
imperios, con los más poderosos ejércitos, necesarios no solo para la conquista
rapaz de nuevas tierras, sino también para defenderla de los agresores y para
someter a los pueblos conquistados.
Las guerras de conquista y el mantenimiento de las
provincias de ultramar, requerían de grandes gastos a la corona, los cuales
eran extraídos de los tributos que estos exigían a los señores que gobernaban
en las regiones; cuando empezó a surgir la clase artesanal, que se agrupaba en
las grandes ciudades, y con ella los inicios de una industria incipiente, estos
aprovecharon el descontento de los grandes señores, que eran exprimidos por los
tributos de la corona, y forjaron una alianza utilitaria para enfrentarse a la monarquía
y derrocarla; se moldeó de esta forma la burguesía.
La burguesía necesitaba ampliar el mercado para sus
productos, y para ello era imprescindible que hubiera más hombres libres,
potenciales compradores, en su nombre se libró la batalla contra la esclavitud
y la servidumbre, las ciudades se convirtieron entonces en los principales
centros donde los hombres libres eran sujetos de derechos; pero a la vez era
necesario defender el área de sus mercados de manera que aseguraban la fuente
de sus ganancias.
Con el advenimiento de la burguesía al poder político,
se fundaron las repúblicas constitucionales, basadas en un contrato social, que
compromete al ciudadano a obedecer las leyes que el estado decreta y a respetar
a sus autoridades, mientras que el estado ofrece la protección al ciudadano dentro
de sus fronteras establecidas, y cuida de mantener su bienestar; ofreciendo además,
sostener una representación de los intereses ciudadanos mediante la elección de
sus gobernantes.
En todos los casos, desde las sociedades primitivas,
pasando por el esclavismo y el feudalismo, hasta llegar a las repúblicas, la
defensa del territorio, ha tenido siempre dos factores que la fundamentan: la
explotación monopólica de los recursos naturales y la de su fuerza laboral;
porque, aunque con diferentes métodos y funciones, en todas las etapas, la
función esencial del estado, estando el poder
en manos de los dueños de la economía, ha sido y continua siendo, acerca de cómo se
distribuye la riqueza.
Las fronteras han sido construidas para evitar que
gobernantes extranjeros puedan explotar los recursos que solo los gobernantes
del país están determinados a explotar, tanto en las riquezas naturales como en
su fuerza laboral.
Muchas de estas fronteras han sido construidas por
arbitrarios conquistadores, rompiendo las unidades geográficas y culturales
existentes; los ejemplos mas resaltantes los encontramos en América y África.
Es completamente racional la existencia de límites
geográficos, lo que resulta irracional es la existencia de fronteras que
bloquean el libre tránsito de personas y mercaderías entre países.
Los limites geográficos existen desde siempre, en una
ciudad, un distrito, una provincia o una región, cada una tiene sus propias
autoridades que la gobiernan, frecuentemente manifiestan diferentes formas de
socialización, pueden verse también costumbres y expresiones culturales
propias; pero en ningún momento se construyen fronteras alrededor de ellas,
porque conviven compartiendo sus intereses en común.
Las élites gobernantes tienen que dejar de arrogarse
el derecho de explotación de un territorio, vulnerando incluso el supuesto
ideal del capitalismo acerca del libre mercado.
Las fronteras fueron construidas desde un inicio para
impedir que los esclavos huyan de sus amos y para impedir que los propietarios
de otras tierras invadan las propiedades del amo de estas tierras; nunca fue
para el beneficio de sus habitantes.
La inmigración “ilegal” es un punto álgido actualmente
en la justificación de las fronteras, se construyen muros, vallas y hay fuerzas
militares especializadas en evitar este tipo de inmigración, persiguiendo y
sancionando a los infractores.
Haciendo un análisis de este fenómeno, se llegará a la
conclusión de que, estos movimientos migratorios masivos, son consecuencia de
una división social histórica creada por los mismos que establecieron las
fronteras; las personas abandonan sus hogares y familias, emigran en
condiciones penosas, presionadas porque en sus lugares de origen no encuentran
una forma de emerger económicamente, y a veces ni siquiera lo suficiente para
sobrevivir, se mudan con la esperanza de conseguir un mejor futuro, no solo
para sí mismos, sino para sus hijos y descendencia.
Pero, ¿Por qué existe esta diferencia entre unos países
altamente desarrollados y otros muy atrasados? Se trata de justificar estas
diferencias con el hecho de que, la población de estos últimos, no han alcanzado
niveles básicos de educación, que sus gobiernos son enormemente ineficaces y también
afirmando que su cultura ancestral se sostiene en ideologías obsoletas que los
mantiene atrasados.
Pero la respuesta acertada está ubicada en la
historia, una historia saturada de cruentas conquistas de despojo, que los
países colonialistas desarrollaron a través de los continentes, cuyos
componentes más destacados fueron el genocidio, el esclavismo y el pillaje, fue
con esos elementos que destruyeron todos los vestigios de las civilizaciones
existentes en las tierras de ultramar y se repartieron el mapa de acuerdo a sus
intereses.
Luego de siglos de opresión, durante los cuales
aquellos países absorbieron todas las riquezas que les fue posible, impulsando
con esto su propio progreso, los países llamados ahora “subdesarrollados”,
obtienen su independencia, convirtiéndose en republicas, heredando, gracias a
las practicas coloniales, territorios arrasados por enfermedades endémicas, con
la mayoría de su población sin una educación elemental, con una enorme carencia
en los servicios básicos, con una absoluta falta de elementos tecnológicos y
una dependencia económica con los países desarrollados, los cuales, aun en el tiempo
presente, continúan expoliando sus riquezas, ahora a través de empresas
financieras y conglomerados comerciales.
Los países, del llamado primer mundo, se niegan a
asumir su responsabilidad ante las emergencias que ellos mismos engendraron en
el llamado tercer mundo, y construyen muros en sus fronteras, creadas para
evitar “la mezcla” con razas que consideran inferiores, como forma de conservar
los privilegios obtenidos a costa de la rapiña colonialista; aquella que forjó
la acumulación originaria del capital, con la cual sentaron las bases de su
propio desarrollo.
El debate por las fronteras trae consigo ideales
chauvinistas, un patrioterismo ramplón, que promueve odios irracionales entre
pueblos, los mismos que llevan al estallido de guerras, donde quienes luchan y
mueren son la gente común de sus poblaciones, nunca los propietarios y
poderosos que las originan en defensa de sus intereses.
Estamos en una etapa de la historia de la humanidad en
que la era de las conquistas territoriales debe dejarse en aquel pasado
vergonzante; hoy que no existen mas tierras inexploradas, los límites
geográficos están definidos en su mayoría, necesitan ser establecidos
legalmente y defendidos firmemente por una entidad supranacional.
No existe más justificación para el despojo
territorial, en cada dominio se paga tributo dentro de su jurisdicción de
manera escalonada, se tienen autoridades que gobiernan con cierta autonomía, el
tránsito de personas y mercaderías debe ser abierto, cada estado, cada región,
se tiene que encargar de regular, mediante las leyes y decretos
jurisdiccionales, el comercio y las formas de socialización dentro de sus
límites.
Teóricamente la función esencial del estado es proveer
el bienestar ciudadano; cabe introducir entonces la interrogante: ¿Qué
beneficio trae para el ciudadano común la existencia de fronteras?