CRONICA
DE UNA MUERTE ANUNCIADA??
El gobierno
está demostrando una debilidad muy grande en las circunstancias de un
enfrentamiento con una mayoría congresal
prepotente y soberbia.
Una mayoría
cuyo objetivo evidente es socavar el poder ejecutivo y someterlo a sus
imposiciones.
Puedo
acordar que no era el momento político apropiado para solicitar una cuestión de
confianza en la interpelación a su ministro de educación, pero paralelamente debió demostrar que no estaba dispuesto a
ceder ante las imposiciones de la bancada fujimoristas.
Una
medida necesaria era nombrar a su defenestrado ministro en otro cargo de mayor
rango demostrando que tiene la fuerza de combatirles, a continuación podría haber
nombrado como nuevo ministro de educación a alguien que garantice que puede
enfrentar las presiones de los oligarcas
de la educación privada.
El
llamado al dialogo con Keiko Fujimori fue totalmente inapropiado en las
circunstancias de una acción de fuerza propiciada por el fujimorismo, y mucho más
inapropiado tener a Cipriani, un cura controvertido, como mediador; aceptando
esa mediación con la promotora de los ataques que el parlamento ha hecho a su
gabinete, solo está mostrando su doblegamiento a la presión de su enemiga.
La
crisis desencadenada por este enfrenamiento esta solo empezando, el designio de
la fuerza fujimorista es demoler la legitimidad del gobierno hasta forzar una dimisión que les facilite su camino al
poder.
El
fujimorismo se ha convertido en un cartel de la corrupción, usando todos los
medios, que desde la oficinita del SIN les enseño Montesinos, pretenden cooptar
el aparato del Estado nuevamente, como en los mejores tiempos de la dictadura
de Alberto Fujimori.
Esta
crisis que podría haber sido utilizada por las fuerzas de izquierda para
dirigir un movimiento nacional contra la corrupción en el poder, está siendo desaprovechada
por los problemas internos que está enfrentando, la falta de unidad de criterios y la indefinición
a nivel programático y estructural organizativo.
La
coyuntura exige definiciones, y si no hay una organización política que pueda
liderar el movimiento, la calle tomara su propio rumbo y este puede ser no el más
conveniente para el país.